La locura de este
blog nace de un padecimiento que tengo desde que era pequeña. No recuerdo la edad que tenía pero mi Madre
nos compró a mi hermana y a mí una colección de cuentos con hermosos dibujos e
historias fantásticas, la mayoría de los hermanos Grimm y de Hans Christian
Andersen. Me veo a mí misma tirada sobre
la cama leyendo a Selma Lagerlöf, Nils Holgerson, La Motte-Fouqué (su “Ondina
en el lago encantado” es una historia que todavía sacude mi corazón), Charles
Dickens, Mark Twain y otros. Si no había
un libro, estaban las revistas ‘Buen Hogar’ que venían con novelas rosa que
desataban mi imaginación romántica; no, no leía a Corin Tellado que desde esa
época me parecía muy cursi; además esa revista no publicaba sus novelas. Mi preferida era la española Luisa María
Linares.
Hubo una época
indeterminada en la que abandoné los libros sustituyéndolos por el placer de
empezar a ser dueña de mi vida y ocupada con los primeros aciertos y errores de
mis esfuerzos por construirme un camino propio.
No sé cuando regresé a los libros.
¡O más bien sí! Ya podía ver lo que había recorrido con mi camino y su
rumbo ya estaba marcado a pesar de que no sabía a donde me llevaría; tenía a mi
lado un pequeño que me acompañaba agarrado de mi mano. Regresé a los libros y desde entonces ellos
me han buscado, han venido a mí y han alimentando poco a poco a unos libreros
que en aquel entonces los esperaban vacíos.
En algún momento
decidí escribir en un cuaderno las partes que me habían seducido a parar la
lectura, a volver a leer, a cerrar los ojos y saborear las palabras, a
resaltar, a leer en voz alta a los que me rodeaban, a no olvidar. Los transcribía a mano en un cuaderno tan
bello como las palabras que iban entrando en él. Cuando terminaba y lo cerraba me preguntaba
¿por qué perdía mi tiempo así? Además
sabía que si alguien encontraba algún día el cuaderno, no entendería nada por
culpa de mi letra irregular y rebelde. Me
consolaba a mí misma diciéndome que lo había hecho por mí, para tener yo la
posibilidad de que, cuando la nostalgia me lo exigiera, regresar a esos
párrafos, frases y oraciones escritos con maestría por aquellos que lograron
domar a las palabras.
Ahora que el
recorrido de mi camino es ya largo (todavía no sé a donde me lleva) y mi paso
es más seguro, he decidido compartir lo que he leído. Mi único propósito es contagiar mi enfermedad
a otros; no quiero plagiar; no quiero irrespetar derechos de autor. Lo único que deseo es que aquellos que lean
estos extractos sientan la urgente necesidad de conseguir el libro y devorarlo
entero.
Falmer Village, febrero 5 de 2012