domingo, 26 de febrero de 2012

Del libro "David Copperfield" de Charles Dickens


"¡Sí!  Noche eterna y tenebrosa fue para mí, noche turbada por el recuerdo de tantas esperanzas desvanecidas, de tantas ilusiones no realizadas, de tantos errores cometidos, de tantas penas sufridas.

Salí de Inglaterra sin darme todavía cuenta exacta de la violencia brutal del golpe recibido, cuyas consecuencias debía soportar. Me despedí de todas las personas que me eran queridas y me ausenté, creyendo que con irme estaba todo terminado. A la manera que el soldado que recibe una herida mortal en el campo de batalla, no se apercibe casi de que ha sido herido, así yo, al alejarme de los míos y quedar a solas con mi corazón indisciplinado, no me daba cuenta de la importancia y profundidad de la herida con que iba a tener que luchar.

Lo comprendí al fin, pero no de pronto, sino lentamente, por grados. El sentimiento de desolación que llevaba conmigo se fue haciendo más vivo de hora en hora. No era al principio más que una sensación vaga de disgusto y de aislamiento, pero se transformó poco a poco en un dolor sin esperanza, en una conciencia plena de lo mucho que había perdido y que nunca más recobraría; amor, amistad, interés; de todo lo que en mí se había derrumbado sin esperanzas de reedificación, confianza, ilusiones, castillos en el aire, sueños de toda mi vida, y de todo lo que me quedaba, una estepa desolada extendida ante mis pasos, interminable, sin horizonte.”

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