"Are not the sane and the insane equal at night as the
sane lie a dreaming? Are not all of us outside this hospital, who dream, more
or less in the condition of those inside it, every night of our lives? Are we
not nightly persuaded, as they daily are, that we associate preposterously with
kings and queens, emperors and empresses, and notabilities of all sorts? Do we
not nightly jumble events and personages and times and places, as these do
daily? Are we not sometimes troubled by our own sleeping inconsistencies, and
do we not vexedly try to account for them or excuse them, just as these do
sometimes in respect of their waking delusions? Said an afflicted man to me,
when I was last in a hospital like this, "Sir, I can frequently fly."
I was half ashamed to reflect that so could I by night. Said a woman to me on
the same occasion, "Queen Victoria frequently comes to dine with me, and
her Majesty and I dine off peaches and maccaroni in our night-gowns, and his
Royal Highness the Prince Consort does us the honour to make a third on
horseback in a Field-Marshal`s uniform." Could I refrain from reddening
with consciousness when I remembered the amazing royal parties I myself had
given (at night), the unaccountable viands I had put on table, and my
extraordinary manner of conducting myself on those distinguished occasions? I
wonder that the great master who knew everything, when he called Sleep the
death of each day's life, did not call Dreams the insanity of each day`s
sanity."
"¿No
es igual la condición de los cuerdos y de los dementes cuando los cuerdos en la
noche se mienten en un sueño? ¿No
tenemos todos los que estamos fuera de este hospital, todos los que soñamos,
más o menos la misma condición de los de adentro, cada noche de nuestras
vidas? ¿No somos nosotros ligeramente
persuadidos en la noche, como ellos lo son en el día, de que estamos vinculados
absurdamente con reyes y reinas, emperadores y emperatrices, y seres notables
de todas las clases? ¿No nos conflictuamos a veces por nuestras propias incosistencias
sufridas en el sueño y no tratamos desconcertados de explicarnos o
justificarlos, de la misma manera como ellos lo son de sus delirios al estar
despiertos? Cuando estuve en un
hospital así, un hombre internado me dijo, 'Caballero, frecuentemente yo
soy capaz volar.' Yo me avergoncé
al pensar que yo también puedo volar en la noche. En la misma ocasión una mujer me dijo, 'La Reina Victoria viene frecuentemente a cenar conmigo, y su Majestad y yo cenamos duraznos y macarrones en nuestros vestidos de noche, y su Real Alteza el Príncipe Consorte nos hace el honor de acompañarnos a caballo en su uniforme.' Como puedo no enrojecer al recordar las increibles fiestas reales que yo mismo he ofrecido (en la noche), las incontables viandas que he puesto en la mesa, y mis maneras extraordinarias de comportarme en estas distinguidas ocasiones? Yo me pregunto la razón por la que el gran maestro que conocía todo y que llamó al sueño la muerte de cada día, no bautizó a los sueños como la demencia de la cordura diaria."
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