lunes, 12 de marzo de 2012

“El cofre volador” de Hans Christian Andersen


Anoche se me ocurrió la buena idea de leer cada semana por lo menos un par de cuentos infantiles. Elegí empezar con “El cofre volador” de Hans Christian Andersen que tiene un argumento sencillo:  El hijo de un mercader rico recibe como herencia la fortuna de su padre y la malgasta en muy poco tiempo.  Le queda solamente un cofre volador que lo lleva a Turquía en donde encuentra a una princesa encerrada en un palacio.  Sus padres la han aislado del mundo para evitar que la profecía se cumpla, aquella que decía que ella será muy infeliz al enamorarse.  El hijo del mercader usando su cofre volador llega a la torre y la visita.  La conquista contándole historias.  Le dice que sus ojos, “son los lagos más bellos, profundos y obscuros en los que sus pensamientos flotan como sirenas.”   Para conseguir su mano, le cuenta a la reina y al rey una historia sobre unos fósforos habitantes de una cocina que conversan arrogantes con ollas, escobas y demás objetos defendiendo su buena cuna:

“-¡Sí, cuando nos hallábamos en la rama verde -decían- estábamos realmente en una rama verde! Cada amanecer y cada atardecer teníamos té diamantino: era el rocío; durante todo el día nos daba el sol, cuando no estaba nublado, y los pajarillos nos contaban historias. Nos dábamos cuenta de que éramos ricos, pues los árboles de fronda sólo van vestidos en verano; en cambio, nuestra familia lucía su verde ropaje, lo mismo en verano que en invierno. Mas he aquí que se presentó el leñador, la gran revolución, y nuestra familia se dispersó. El tronco fue destinado a palo mayor de un barco de alto bordo, capaz de circunnavegar el mundo si se le antojaba; las demás ramas pasaron a otros lugares, y a nosotros nos ha sido asignada la misión de suministrar luz a la baja plebe; por eso, a pesar de ser gente distinguida, hemos venido a parar a la cocina.”

Los reyes, fascinados con el cuento, aceptaron conceder la mano de la princesa al hijo del mercader.  Antes de la boda, éste decide usar su baúl para pintar el cielo con juegos pirotécnicos y termina quemándolo.  Sin poder regresar a la alta torre, el matrimonio no puede celebrarse quedando la princesa sola y triste esperando a su trovador, quien no se dedica a vagar por el mundo contando historias.

Lindo cuento que yo decido desafiar. Quiero creer que los hijos no malgastan la fortuna de sus padres sino que la honran cuidándola.  Quiero convencerme de que las profecías tristes de las hadas madrinas no se cumplen.  Quiero que todos los cuentos de la vida real tengan un final feliz y saber que las princesas no se quedan solas en una torre esperando y obedeciendo las órdenes impuestas por sus padres.  Quiero saber que las princesas construyen su propio camino y que no hay torre alta ni puerta tan segura que impida que salgan a recorrer el mundo para cumplir sus sueños.   Quiero soñar con que las historias felices de amores son más comunes y las excepciones son las que producen amarguras.

Me doy cuenta de que con estas reflexiones solamente consigo matar la magia de Andersen y convierto su mágico cuento de hadas en uno de autoayuda. Mejor olviden mis palabras y leanel cuento en  http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/cofre.htm

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