Hans Christian Andersen nació en
ese país de Europa del Norte que suena a palabras guturales como Vänö y
Glänö y que está habitado por gente alta, blanca y rubia. Dinamarca es un país que mira de frente a ese pedazo de
continente escandinavo que cuelga del mapa como una gran nariz que husmea las Historias
del sol que se cocinan en los países del sur. Dinamarca comienza Una
historia hace 250.000 años cuando
cazadores nómadas exploraban la península de Jutlandia. En el siglo séptimo una tribu proveniente de
Suecia cruzó como La
mariposa el estrecho de Kattegat
que conecta el Mar Báltico con el Mar del Norte. Llegó y se estableció en una época en la que
los vikingos y otras tribus mantenían constante batalla con los clanes de Europa
del Oeste para controlar el estratégico Mar del Norte. El triángulo llamado Skagerrak que separa a Dinamarca
de Noruega fue el campo de batallas navales que curtieron el temple de esa gente
resistente al frío y a la inclemencia de los inviernos. Hoy en día Dinamarca es un Un
tramo de la sarta de perlas ya que es uno de los países más desarrollados del mundo que ofrece a sus habitantes
un alto nivel de vida.
Cuando tenía catorce años se
mudó a Copenhagen donde pasó hambre y privaciones. Incapaz de encontrar El
chelín de plata decidió probar suerte en el teatro, cuyo director se
convirtió en su tutor y en El
ángel que lo envió a estudiar El
abecedario. En la escuela no fue muy
bueno, no por ser El niño
travieso, sino porque necesitaba más tiempo para aprender en comparación a
sus compañeros.
Desde pequeño escribió
poesía y yo pienso que desde esa época se fueron acumulando en su pecho, como
en El
nido de cisnes, las historias que publicaría al cumplir 30 años. Sus cuentos tan simples y profundos empezaron
a cautivar a sus compatriotas, a quienes no les tomó mucho tiempo aceptar lo
bueno que era aquel Hans, tan pobre e infeliz en su infancia. Siguió con voluntad y tenacidad La
espinosa senda del honor y poco a poco fue ganando la fama que le dio
reconocimiento y la posibilidad de viajar sin necesitar de El
cofre volador. Conoció así a gente famosa
de su tiempo como Dickens y se dejó influenciar por Pluma y
tintero de Göthe y de Shakespeare.
Hace menos de un año tuve
la suerte de que mi peregrinación literaria me llevara a Copenhagen, ciudad
pequeña y compacta en la que encontré justo en su centro, en la Rådhuspladsen
(plaza de la alcaldía), al ‘Mundo Maravilloso de Hans-Christian Andersen’. Se trata de una exhibición de figuras de cera
que recrea los ambientes de trabajo de Andersen, mostrando los objetos que
utilizaba y dando vida a sus cuentos con escenarios, música y narraciones. Ese día lluvioso está Guardado
en el corazón, y no olvidado.
Revivieron entonces mis
recuerdos sobre el peso de su pluma en mi infancia y me di cuenta de que hace
años no pensaba en ellos a pesar de que fueron mis compañeros de aventuras. Vinieron a mi mente El
soldadito de plomo, que se enamoró sin esperanza de la bailarina y La
princesa del guisante, tan fina que, a pesar de los veinte colchones, no
pudo conciliar el sueño. Recordé como me
divertía imaginar a aquel orgulloso monarca andando en la calle en paños
menores en El
traje nuevo del Emperador y al gigante que caía a tierra cuando fue cortado
aquel gran árbol que llegó a las nubes gracias a Las
habichuelas mágicas.
Andersen escribió tantos
cuentos y de títulos tan diversos que he jugado con ellos, insertándolos en el
texto. Lo he hecho para recordarlos y para
animarles a ustedes a que desempolven los libros de su infancia o corran a una
librería o hagan clic en el link
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/hca.htm. Dependerá de ustedes ir comiéndolos de a poquito o devorarlos en una
sola sentada; estoy segura de que los disfrutarán ahora y hasta Dentro
de mil años.
Para conjurar la culpa que
siento por haber abandonado a Andersen por tantos años, decido transcribir ciertos
extractos de mis cuentos favoritos y así crear La
gota de agua que desborde el vaso de sus ganas de volver a leer cuentos
para niños.
Del cuento ‘La sirenita’:
“-Las hijas del aire tampoco tenemos un alma inmortal,
pero con nuestros buenos acto podemos
crearnos una por nosotros mismas. Nosotras volamos a los trópicos donde la
gente es víctima
de los vientos calientes y pestilentes y llevamos
brisas frescas. Nosotros propagamos el aroma de
las flores y traemos frescura y alivio con nuestra
lluvia. Cuando hemos trabajado por trescientos
años haciendo todo el bien que hemos podido con
nuestras fuerzas, nos ganamos un alma eterna
y disfrutamos de la felicidad eterna que goza el
género humano. Tú, pobre sirenita, has
luchado
con todo tu corazón por nuestro mismo objetivo. Has sufrido y soportado penas, elevando tu
espíritu al aire; y ahora, por tus buenas obras te has
ganado un alma eterna.- La sirenita levantó
sus brazos transparentes hacia el dios sol y por
primera vez de sus ojos brotaron lágrimas
humanas.”
Del cuento ‘El Ángel’:
“Cada vez que un niño bueno
muere, un Ángel de Dios baja a la tierra, toma en sus brazos al niño muerto,
despliega sus esplendorosas y blancas alas y vuela con él a todos los lugares
que el niño amó cuando estaba vivo.”
Del cuento ‘La pequeña
vendedora de fósforos’:
“ - ¡Abuela! - gimió la
pequeña criatura. - ¡Oh, llévame contigo! ¡Yo sé que te desvanecerás cuando el
fósforo se apague; te desvanecerás igual que la estufa caliente, el ganso
delicioso y el hermoso árbol de Navidad! - Apresuradamente prendió a la vez varias
cerillas, porque quería conservar a su abuela a su lado. La luz de los fósforos era más clara que el
día. La abuela nunca se había visto tan grande y bella. Tomó a la pequeña niña
en sus brazos y se elevaron en un halo de luz y alegría lejos, lejos de la
tierra, donde no había más frio, ni hambre, ni dolor, a aquel sitio en donde estarían
con Dios.”
Del cuento ‘Historia de una
madre’:
“Entraron entonces en el
gran invernadero de la Muerte, donde crecían árboles y flores mezclados en
forma maravillosa. Habían preciosos jacintos bajo campanas de cristal y grandes
peonías fuertes como árboles; y habían también plantas acuáticas, algunas
lozanas, otras enfermizas. Serpientes de agua las rodeaban y cangrejos negros
se agarraban a sus tallos. Crecían soberbias palmeras, robles y plátanos, y no
faltaba el perejil ni tampoco el dulce tomillo; cada árbol y cada flor tenía su
nombre, cada uno era una vida humana; la persona vivía aún: éste en la China,
éste en Groenlandia o en cualquier otra parte del mundo. Habían grandes árboles
plantados en macetas tan pequeñas y angostas, que parecían a punto de estallar;
en cambio, se veían míseras florecillas emergiendo de una tierra grasa,
cubierta de musgo todo alrededor.”
“Esta noche se han
marchitado muchos árboles y flores; no tardará en venir la Muerte a
trasplantarlos. Ya sabrás que cada persona tiene su propio árbol de la vida o
su flor, según su naturaleza. Parecen plantas corrientes, pero en ellas palpita
un corazón.”
Del cuento ‘El patito feo’:
“Se sentía muy tímido y
escondió la cabeza bajo el ala; no sabía que pensar; era tan feliz y en él no
había ni una pizca de orgullo. Un
corazón bondadoso nunca es orgulloso. Recordó los desprecios y humillaciones
del pasado, mientras oía cómo todos decían ahora que era el más hermoso de los
cisnes.’
Del cuento ‘El nido de
cisnes’:
“Entre los mares Báltico y
del Norte hay un antiguo nido de cisnes: se llama Dinamarca. En él nacieron y
siguen naciendo cisnes que jamás morirán.”
Falmer Village, 18 de marzo del 2012
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